Levy recuerda que siempre estuvo presente; interés que crecía durante los fines de semana cuando el Estado permitía la proyección de películas en la televisión
William Levy recordó durante una entrevista a la revista GQ su infancia en Cuba. El actor destacó que, aunque su familia tenía muy poco, conserva recuerdos felices de aquellos días. Fueron las dificultades lo que las que le enseñaron a valorar lo que hoy tiene.
«Vivíamos bajo la dirección de un gobierno que nos daba de comer lo que quería. Las raciones eran un pan por persona al día, y un cuarto de pollo por persona al mes. Ellos creen que todo el mundo es igual, pero yo no. Yo creo que todos somos diferentes. Si tú quieres comer ensalada y yo pollo, deberíamos tener ese derecho», comentó.
Levy recuerda que desde aquellos días en la isla su inclinación por la actuación siempre estuvo presente; interés que crecía durante los fines de semana cuando el Estado permitía la proyección de películas en la televisión.
“Teníamos dos canales nada más, los que el gobierno nos dejaba ver. Eran el 2 y el 6, y los sábados ponían una película y los domingos doble tanda. No me lo perdía nunca, por nada en la vida», agregó.
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Pese a que migrar no fue un camino sencillo, William Levy destaca que desde entonces no ha parado de luchar por ver consolidados sus sueños.
«Desde que me fui de Cuba con 15 años soy una persona que no se queda en la zona de confort. Estoy cambiando todo el tiempo, y si no lo hago, siento que me estanco, y no me gusta. Después de unos años trabajando en las novelas latinas, llegó un punto donde necesitaba un descanso. Como para todo en la vida, a veces uno tiene que alejarse, tomar aire y probar diferentes horizontes», aseguró el protagonista de Café con aroma de mujer.
Actualmente, Levy reside en España donde actualmente filma la serie Montecristo.
«Siempre le he dado gracias a Dios por haber crecido así porque eso me da la oportunidad de disfrutar todo al máximo. De poder comer y disfrutar la comida al máximo, de vestirme y disfrutar la ropa al máximo. De poder elegir. De tener la libertad de hacer lo que me dé la gana, de expresarme, de ser quien soy. Me tomo una copa de vino y me siento a recopilar todo mi pasado, de dónde vengo, dónde estoy. Si creo que lo estoy pasando mal, recuerdo lo mal que lo pasé en Cuba. Siempre vuelvo a esas emociones», manifestó.