jueves, marzo 28, 2024
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Vietnam y Cuba son ejemplos de socialismo, sí, pero contrapuestos

Vietnam y Cuba son ejemplos de socialismo, sí, pero contrapuestos

Cuba no sufrió nada parecido a los daños que las guerras causaron a Vietnam y a cambio obtuvo del campo socialista más ayuda que toda la América Latina. A pesar de eso, Vietnam acaba de condonarle la deuda que Cuba no ha podido pagarle

En la nota «Vietnam y Cuba, ejemplos de lo que puede lograr el socialismo», publicada en el oficialista diario Granma en marzo último, el día que arribó a La Habana Nguyen Phu Trong, secretario general del Partido Comunista del país asiático, la periodista Yramsy Peraza escribió que ambas naciones «son ejemplo de los éxitos que puede alcanzar el socialismo», una afirmación que en la realidad queda huérfana de sustento.

Así lo analiza un artículo de Diario de Cuba que valora la historia y el posterior desarrollo de ambos países, a los cuales la prensa oficialista de la isla ha intentado identificar en una comparación que queda corta en argumentos, sobre todo para entender cómo ha crecido la nación asiática en el mismo período en que la isla ha retrocedido con creces.

En Vietnam

En el siglo III a.C., Vietnam enfrentó la conquista de China, que se extendió hasta el siglo XI d.C. En el siglo XIII resistió la invasión de Mongolia. En el siglo XX combatió contra los franceses, derrotó a Japón, declaró la independencia, derrotó a los franceses en Dien Bien Phu y venció a las tropas estadounidenses.

En esta última guerra, culminada en 1975, sobre Vietnam cayeron 14 millones de toneladas de bombas, pereció o resultó herida el 15% de su población, fueron esterilizadas cinco millones de hectáreas de tierras cultivables, se destruyeron cerca de 9.000 aldeas, la red nacional de ferrocarriles y las obras de irrigación y drenaje quedaron destruidas y murieron 900.000 búfalos. Culminada la guerra, los fenómenos naturales, el bloqueo económico durante años y los ataques fronterizos dejaron un saldo de 50 millones de seres humanos reducidos a la miseria.

En 1976 la generalización del sistema de economía planificada aumentó la pobreza y generó una abultada superinflación. En 1986 la tendencia reformista del Partido respaldada por los cuadros jóvenes proclamó el Doi Moi, una reforma económica basada en mecanismos de mercado, autonomía y derecho de los nacionales a ser empresarios, y entrega de tierra a los campesinos. La reforma no arrojó resultados positivos hasta que el despido masivo de los cuadros conservadores del Partido y el derrumbe del campo socialista, obligó y permitió profundizar las reformas. El mercado –decía el secretario general del Partido Comunista de ese país en 1996– «se convierte en el campo de batalla, por eso estamos practicando la renovación económica».

Con la profundización, Vietnam produjo alimentos para sus 76 millones de habitantes, se convirtió en el primer exportador mundial de pimienta, segundo exportador de arroz y de café (el general Raúl Castro reconoció que los cubanos enseñamos a los vietnamitas a cultivar el aromático grano y ahora tenemos que comprárselo), exportador de petróleo, zapatos y productos electrónicos. La inversión extranjera sobrepasó los 60.000 millones de dólares y se logró establecer relaciones comerciales con 165 países.

El resultado: disminuyó la pobreza de la población de 60% a 5% y el ingreso per cápita, que en 1986 estaba entre 15 y 20 dólares al mes, ahora está alrededor de 700 dólares. Desde 1993, Estados Unidos dejó de oponerse a la concesión de créditos, en 1994 suspendió el embargo y en 1995 estableció relaciones diplomáticas.

Un ejemplo ilustrativo es el de la provincia de Binh Duong, antes eminentemente agrícola, donde ahora predomina la industria. Cuenta con más de 2.700 proyectos de inversión extranjera. Desde el 2010 el PIB crece al 14% anual, tiene 28 parques industriales con fábricas construidas por empresas de más de 30 países, y de 1996 para acá ha generado más de 90.000 puestos de trabajo.

En 2008 los vietnamitas dedicaron los esfuerzos a salir de la lista de países subdesarrollados, en 2010 se trazaron el objetivo de entrar en el grupo de países de ingreso medio, en 2014 se ubicaron como el 28 exportador más grande del mundo, y en 2016 aprobaron medidas destinadas a convertirse en una nación industrializada.

La Organización Mundial del Comercio dio la bienvenida a Vietnam en 2007, lo que facilitó la firma de numerosos acuerdos de cooperación para el libre comercio entre 2015-16, incluyendo el acuerdo con la Unión Europea, el Acuerdo de libre comercio con Corea, y la participación de Vietnam en la Unión Económica Euroasiática para el Libre Comercio.

En Cuba

Cuba no sufrió nada parecido a los daños que las guerras causaron a Vietnam y a cambio obtuvo del campo socialista más ayuda que toda la recibida por América Latina. A pesar de eso, Vietnam acaba de condonarle la deuda que Cuba no ha podido pagarle.

En 1986, cuando Vietnam aplicó el Doi Moi, Cuba optó por la Rectificación de Errores y Tendencias Negativas para impedir la influencia de la perestroika soviética. En 1993, cuando Vietnam aceleró el Doi Moi, Cuba implementó un pequeño grupo de medidas coyunturales que fueron paralizadas por la contrarreforma iniciada en 1996.

En 2008, cuando Vietnam se propuso dedicar los esfuerzos para salir de la lista de países subdesarrollados, Cuba, sumida en una profunda crisis por el modelo estatizado, emprendió reformas carentes de la voluntad política necesaria y colocó en primer plano las acusaciones anuales en las Naciones Unidas para condenar el embargo.

Ello explica el retroceso económico sufrido mientras que Vietnam, con independencia de lo mucho que le resta por recorrer en materia de libertades ciudadanas, ha obtenido resultados económicos indiscutibles con la economía de mercado.

Por tanto, la solución radica en la modificación de la actual estructura de la propiedad, la generación del correspondiente marco legal y la creación y fortalecimiento de las instituciones crediticio-financieras y de comercio mayorista, y permitir que los cubanos inviertan y fomenten pequeñas y medianas empresas –como ocurre en todas partes del mundo y como ocurrió en Cuba antes de 1959– para aprovechar el caudal de conocimientos, iniciativas y capital en manos de los ciudadanos que viven dentro y fuera del país.

La demora en las reformas le otorgó un carácter estructural a la crisis, lo que imposibilita hoy –como lo hizo Vietnam en 1986– limitar las transformaciones a algunos aspectos aislados de la economía. Ello explica la atracción-rechazo del modelo vietnamita. A la vez que la prensa oficial destaca los avances de Vietnam, se declara que el modelo económico seguirá basado en la hegemonía de la propiedad estatal y la planificación centralizada. Esa contradicción parece explicar que a pesar del afectuoso trato mostrado al visitante, la prensa no publicara el texto de la conferencia que brindó en el aula magna de la Universidad de La Habana al recibir el título de Doctor Honoris Causa en Ciencias Políticas, donde explicó el papel de la economía de mercado.

El camino de Vietnam parece ser, para las autoridades cubanas, el ejemplo a seguir, pues es lo más cercano a la intención de conservar el poder político.

La dificultad para ese propósito consiste en que ese cambio, fuera de tiempo y en una cultura diferente, puede arrojar resultados distintos a los deseados, lo que explica el temor a un paso que debió darse cuando desapareció la Unión Soviética. Esas razones demuestran la falacia del artículo de Granma al afirmar que ambos países «son ejemplos de los éxitos que puede alcanzar el socialismo».

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