A pesar de las fuertes críticas que el exgobernador de Massachusetts lanzó contra Donald Trump durante la campaña presidencial, su presencia en el nuevo Gobierno podría ser un elemento conciliador
RUI FERREIRA
En lo que va de semana el presidente electo, Donald J. Trump, no ha nombrado nuevos miembros del gabinete sino uno de sus principales asesores, Steve Bannon, considerado uno de los exponentes de la derecha nacionalista estadounidense, que fuera director de la campaña presidencial.
De hecho, el mismo Bannon lo ha admitido. “No soy un nacionalista extremista, sino apenas un nacionalista, punto”, dijo el lunes consultado por el sitio Huffington Post.
Sin embargo, el personal del entorno del magnate neoyorquino, ha confirmado que Trump ha sopesado nombrar para el Departamento de Defensa, al general retirado James Mattis, un hombre de matiz conservador pero con fuerte arraigo en la casta militar particularmente entre los infantes de marina. “Es un verdadero general de generales”, comentó Trump sobre el oficial.
Si termina sentado en la oficina del Pentágono, Mattis cuenta ya con el apoyo del senador John McCain. “El general tiene un conocimiento profundo sobre el funcionamiento del departamento de defensa”, dijo el excandidato presidencial republicano.
Mattis es conocido por su lenguaje directo y florido, sus hombres lo apodan “Perro loco” por el coraje que demostró en el frente en Afganistán el año 2004 durante la batalla de Falujah, considerada una de las más feroces de la contienda. Sin embargo, no es ajeno a la controversia.
En 2005, durante un panel sobre asuntos militares en San Diego, Mattis dijo que le divertía matar gente. “Realmente es divertido luchar contra ellos. Es una sensación del diablo. Es divertido matar cierta gente. Vamos a Afganistán y no encontramos con gente que le gusta golpear a las mujeres porque ellas no usan un velo. Gente así no tiene coraje. Por ello es una diversión matarlos”, afirmó entonces el general, por lo cual fue censurado por sus superiores.
Otro posible nombramiento, como adelantó DIARIO LAS AMÉRICAS el sábado, sería el del excandidato republicano Mitt Romney para el Departamento de Estado. Algunos observadores se han sorprendido con esta posibilidad a la luz de las fuertes críticas que el exgobernador de Massachusetts le hizo a Trump durante la campaña y la agria respuesta que le hizo el magnate inmobiliario.
Sin embargo, Romney como secretario de Estado pudiera ser una salida para Trump de cara a tranquilizar a los socios políticos y comerciales en el extranjero. Romney es mucho más pragmático y menos conservador que el presidente electo. Pudiera ser el ‘rostro simpático’ de Estados Unidos en el mundo.
Además Romney, que habla el francés a la perfección, ha viajado mucho por el mundo como misionero mormón, es directo al momento de abordar los asuntos que se le colocan delante y, como demostró a su paso por la gobernación de Massachusetts, un estado profundamente demócrata, es capaz de establecer puentes de comunicación.
“Es cierto, lo estoy considerando. Espero anunciar algo en breve”, comentó Trump el lunes.
En medio de todo esto, el que parecía ser un «niño mimado» del presidente electo, el exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, ve desvanecer las posibilidades de ocupar un cargo en el gabinete en puestos como el Departamento de Estado o el de Justicia. No hay ningún indicio de qué responsabilidad, si es que alguna, recibirá el exalcalde en los próximos tiempos. Algunos han sugerido que pudiera ser nombrado embajador en el Reino Unido, considerado el puesto más importante de la diplomacia estadounidense.
Pero el problema es que durante la campaña, Giuliani no se ha distinguido más que por criticar directamente a la excandidata demócrata, Hillary Clinton, o por defender a Trump con argumentos que muchas veces lo dejaron mal parado.
Queda el gobernador de Nueva Jersey, Cris Christie, que apareció al lado del presidente electo durante casi toda la campaña pero que parecía más una compañía que un activista. Por otro lado, Trump está escogiendo un gabinete libre de escándalos o gente controversial y Christie tiene a cuestas el llamado ‘PuenteGate’, una batalla que libra en los tribunales.
Para Trump lo importante, a juzgar por los ya nombrados y los nombres que se barajan, es que todos sean de matiz conservador, incluso los militares. Queda por saber si piensa nombrar a alguna mujer o varios miembros de las minorías.