Eusebio Leal confirma el traspaso de la mayoría de los activos al Grupo de Administración Empresarial
LUZ ESCOBAR/MARIO J. PENTÓN
«¿Tú ves ese edificio? Hace diez años era un lugar repleto de aguas pestilentes, ratas y basura. Cuando la gente pasaba por el portal les podía caer un balcón en la cabeza. Hoy son viviendas gracias a la labor de Eusebio», se emociona Mirna.
Después de expresar su gratitud hacia la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH) por haberle facilitado un hogar, esta mujer de 68 años confiesa su preocupación por el futuro de esa institución, que ha ido pasando poco a poco a manos de los militares.
Es un secreto a voces que las mayores empresas del Historiador han sido traspasadas a una entidad de las Fuerzas Armadas. Todavía no se ha publicado ningún decreto oficial ni la prensa nacional ha reseñado la noticia, pero el Historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, ha confirmado la entrega de los activos al Grupo de Administración Empresarial (GAE), que es un consorcio gestionado por el Ejército. «No se ha traspasado a las Fuerzas Armadas, sino al GAE, una empresa de desarrollo con capacidad de inversión y prestigio, manteniendo la Oficina del Historiador la potestad de asesorar la conservación de la obra y también los nuevos proyectos», explica a través del correo electrónico.
Leal asegura que en la institución están tranquilos, pues «el trabajo de salvaguarda se extiende hoy hacia las ciudades patrimoniales de Cuba». Sin embargo, el Historiador expresa su dolor ante lo que esto representa para sus esfuerzos por proteger el patrimonio nacional. «Nos duele, eso sí, que en el momento en que quizás se requiere el mayor respeto por circunstancias de vida, aprovechen los mediocres que carecen de obra alguna, y los pobres de espíritu, para herir y dañar a los muchos que han trabajado a lo largo de los años por salvar el patrimonio de una nación, ya sea en Cuba o cualquier latitud de la tierra».
La Oficina del Historiador de La Habana surgió en los años 30, en la Cuba republicana. En 1967, y tras la muerte del primer titular, Emilio Roig de Leuchsenring, Eusebio Leal quedó al frente de una entidad que poco a poco fue creciendo no solo en tamaño e ingresos, sino también en autonomía.
Sus singularidades proceden de los años noventa, cuando la OHCH recibió por decreto ley la libertad de iniciativa económica. El Gobierno, en un gesto de descentralización poco habitual, encomendó a Leal la creación de una estructura empresarial que permitiera la reinversión social y la restauración de los edificios. La institución, responsable de la conservación y rehabilitación del centro histórico de La Habana, una zona declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, estaría supeditada directamente al Consejo de Estado, tendría un fuero legal especial, personalidad jurídica y permisos para importar y exportar, entre otras prerrogativas.
Además, se dio a la Oficina la posibilidad de que las entidades no subordinadas a ella y enclavadas en la zona priorizada contribuyeran para la conservación de los edificios con el pago del 1% de sus ingresos para las que operaban en moneda nacional y el 5% para las que lo hacían en CUC.
En el amplio y complejo tejido empresarial que la OHCH ha hilvanado durante más de dos décadas se encuentran la cadena hotelera Habaguanex; la agencia de viajes San Cristóbal; la revista cultural Opus Habana; la emisora Habana Radio; la editorial Bologna; y varios sitios de internet para la comercialización de sus productos. La entidad también controlaba dos agencias inmobiliarias, Aurea y Fénix; más de medio centenar de cafeterías y dos decenas de restaurantes; museos, salas de conciertos y tiendas; una empresa importadora, una escuela taller y tres constructoras (posteriormente fusionadas en una), entre otros activos.
En sus 23 años de labor, la Oficina ha creado más de 13.000 puestos de trabajo directos, y otros miles de forma indirecta. Según investigaciones publicadas por la Universidad de La Habana, de los 500 millones de dólares producidos en esa etapa, un 60% ha sido destinado a obras sociales. Además, la entidad ha recibido más de 30 millones de dólares de la cooperación internacional.
Alrededor del 55% de los turistas que llegan a Cuba visitan La Habana, y el 90% de ellos recorre el Centro Histórico. Los ingresos turísticos se disparan, por tanto, en esta zona, situándose en 2.185 CUC por residente frente a los 245 para el conjunto de la ciudad.
«La mejor parte del pastel es La Habana Vieja, eso todos lo saben, por eso le están quitando a Leal todas las empresas», considera una trabajadora de un asilo de ancianos financiado por el Historiador.
Leal confirmó que la Oficina conservará algunos instrumentos financieros, incluyendo el impuesto del 5% a toda actividad pública o privada en el casco histórico y las tiendas consideradas patrimoniales, vinculadas al sistema de los museos. Además, otras instituciones del Estado seguirán contribuyendo para el funcionamiento de la entidad.
La Oficina del Historiador fue engordando en la primera década del siglo XXI cuando agregó a su cartera el Malecón Tradicional, en 2003, y el Barrio Chino, en 2005. Tras la publicación en la prensa independiente de varios escándalos de corrupción relacionados con sus administrativos, algunas de las empresas de la OHCH pasaron a manos de otras entidades estatales.
«El proceso de desgajamiento ha sido lento. Les han ido quitando una empresa tras otra para salvar a Leal. La contraloría ha encontrado un desfalco muy grande y la única manera de no juzgar al Historiador, que en realidad no tenía que ver con estos robos, es eximiéndolo de la responsabilidad sobre esas empresas», sostiene un economista cubano que prefiere mantener el anonimato.
Leal niega rotundamente estas acusaciones y explica que «donde quiera que alguien esté dispuesto a vender su alma al diablo existirán escándalos administrativos o de corrupción». El Historiador dice, además, que «sencillamente se trata de consolidar los esfuerzos por un desarrollo que no podemos encarar con nuestros propios medios».
Pero existen otras teorías. Para Eugenio Yáñez, académico cubano que pertenece al centro de estudios de Cubanálisis, existen tres problemas a los que se ha dado solución con el traspaso: «En primer lugar, Raúl Castro tiene una visión más pragmática, por lo cual posiblemente quiera que sea una empresa especializada en gestión la que se encargue de los negocios en La Habana. Luego está el tema del deterioro de la salud de Leal, y en tercer lugar hay un problema de corrupción muy seria en esas empresas del Historiador. La Contraloría ha descubierto negocios turbios. La solución ha sido el traspaso al Ejército, que es de confianza de Castro».
Los cuentapropistas de La Habana Vieja dicen sentirse protegidos por la OHCH. Algunos de ellos expresaron a 14ymedio su recelo ante el traspaso de las empresas del Historiador al GAE. «El Estado siempre promueve sus restaurantes, hoteles, y negocios antes que los privados, no sabemos qué pasará ahora», explicó Reinaldo, que se dedica al negocio de la moda.
Camilo Condis, un cuentapropista que trabaja con Gilberto Valladares (Papito), el peluquero que conversó con el presidente Barack Obama durante su visita a Cuba, sostiene que las pymes han funcionado en La Habana como gestores del desarrollo local. «Sin la Oficina del Historiador no hubiera sido posible el trabajo que realizamos», aseguró en una reunión de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE).
Desde el 1 de agosto, la institución que ha salvado por lo menos un tercio del casco histórico de La Habana ha visto sus actividades reducidas «a la gestión de los museos, la promoción de las actividades culturales y el cuidado del patrimonio», asegura una fuente del centro cultural Vitrina de Valonia.
Nadie sabe cómo se harán a partir de ahora los procesos de restauración en la capital pero muchos temen que los militares no sabrán gestionar el legado del Historiador y buscarán una rentabilidad más inmediata, sin tomar en cuenta a los residentes.