Con la elección de Emmanuel Macron, los votantes prefirieron a uno de los más estrechos colaboradores del saliente mandatario, François Hollande
La Francia optó por la continuidad. Fue la reflexión que hizo la candidata de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen, cuando se dio cuenta de que había acabado de perder las presidenciales galas.
Pero no una derrota aplastante. De hecho Le Pen ha logrado más del 30% de los votos frente a un candidato también de su sector, el republicano Emmanuel Macron, que logró el 62% de los votos. Por el medio, quedaron un 26% de abstenciones, el mayor número desde 1969 cuando el 12% de los electores franceses no acudieron a las urnas a votar por el general Charles De Gaulle.
Macron se apareció ante los franceses tras la victoria, en un estudio de televisión cerrado, donde dijo lo que suelen decir los vencedores. “Seré el presidente de todos los franceses y entiendo vuestro mensaje”, dijo el nuevo mandatario francés.
De momento, la victoria de Macron impidió lo que algunos calificaron como una desgracia para Europa.
“La Unión Europea va a sobrevivir. Con Marine Le Pen estuvimos en riesgo de que todo esto desapareciera”, ha comentado Georgine Silvain, una analista política francesa al canal televisivo France 24.
Pero independientemente de la derrota de Le Pen, que aun así muestra un auge de los votos de derecha, un electorado cansado de lo que considera la promesa fútiles que vienen de Alemania, el grande derrotado de esos comicios ha sido el candidato de la izquierda, Jean Luc Mélanchon, que tras perder la primera vuelta no hizo una sugerencia de votar por Macron para frenar a Le Pen. Pero, aun así, su electorado salió a votar, su 29% de votos derrotaron a la candidata nacionalista.
“Le Pen se ha quedado aislada. No logró ir a buscar votos a la derecha. Es la realidad de los hechos”, apuntó Jean Marc Mirande, al diario Le Monde.
La candidata francesa intentó buscar el apoyo del presidente estadounidense, Donald Trump. Pero no lo logró. A fines de noviembre apareció en la Trump Tower, cuando el mandatario estaba formando su equipo de trabajo, pero no pasó del primer piso. Este domingo, la Casa Blanca ha sido, quizá, la presidencia más escueta en felicitar a Macron.
“Saludamos al presidente electo Macron y al pueblo francés por una elecciones presidencial exitosa. Esperamos poder trabajar con el nuevo presidentes y seguir la cooperación con el Gobierno de Francia”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, en un escueto comunicado.
Pero, ¿quién es Emmanuel Macron?
Comenzó su vida laboral como inspector de Hacienda y trabajó para el banco Rothschild, la imagen personificada del capitalismo neo liberal pese a que siempre abrazó, en su juventud las ideas socialistas fue educado en un colegio jesuita. Pero es en la Universidad de Sciences Po, que adhiere al centrista Movimiento Ciudadano (MDC) y posteriormente al Partido Socialista, esto sólo vienen después, a los 24 años.
Macron ha sido uno de los colaboradores más estrechos del saliente mandatario, François Hollande. Llegó a ser Secretario General Adjunto de la Presidencia después que se conocieron, hace cinco años, en una cena en casa de Jacques Attali, exasesor del antiguo mandatario socialista, François Mitterrand.
Dos años más tarde, Macron es nombrado ministro de Economía por el primer ministro Manuel Valls, quien destacó en varias declaraciones su «liberalismo social» y terminó por ser uno de los grandes pilares de su candidatura, rechazando secundar al candidato oficial de su partido.
Su cambio hacia la derecha viene ante el fracaso de los socialistas en lograr convencer a los franceses de la necesidad de un cambio en la mecánica política del país en una sociedad donde la alternancia política no daba la posibilidad de la llegada al poder de pensamientos fuera de ese arco. “Los franceses necesitan una alternativa fuera de los partidos tradicionales. No se puede seguir así, sencillamente, sustituyendo unos por otros y nada cambia”, dijo Macron durante la campaña electoral.
Su victoria es eso. “Macron logró demostrar a la clase política tradicional de que está agotada”, enfatizó Mirande.
Y Macron ha sido claro en ello en la noche del domingo en la plaza del museo del Louvre donde convocó a sus seguidores. “La alternativa ha ganado. Europa ha sobrevivido”, subrayó.
“Francia ganó esta noche. Lo que hemos hecho en estos meses no tiene precedentes. Muchos nos dijeron que era imposible. Gracias a Francia por tu confianza y el riesgo de que algunos de ustedes han tomado me lleva a decirles que me colocan en la obligación de no fallarles”, dijo el nuevo mandatario en su primero discurso.
Y enfatizó: “Una palabra a todos los que votaron por mí sin ni siquiera creer en mis ideas. Yo sé que no es un cheque en blanco. Pero haré todo lo posible para defender la República. Una palabra a los que votaron por Le Pen. Ustedes expresaron vuestro temor que respetaré, pero también quiero que se den cuenta de que no hay que votar por los extremos”.
Es más, agregó, “Europa y el mundo están esperando por nosotros para defender la libertad, proteger a los oprimidos, construir una nueva forma de humanidad y esperanza. Un mundo de mayor justicia. Hay que refundar Europa. Todo el mundo espera que Francia sea Francia otra vez”.
“No les voy ocultar, la tarea es inmensa. Y mañana nacerá una mayoría para el cambio, es lo que espero de todos nosotros. Tenemos la fuerza, la determinación, que nos trajo hasta aquí, ironía para la derrota y decadencia”, agregó el nuevo mandatario.
Aunque Le Pen obtuvo tres veces más votos que su padre del año 1992 frente a Jacques Chirac, no está claro cuál será el futuro del Frente Nacional donde su dirigente ha comenzado a ser cuestionada desde que pasó a la segunda vuelta. “Le Pen tiene muchas explicaciones que dar. La cuestionan y creyeron en su victoria. La derecha francesa tienen una historial de pedir cuentas”, recordó Mirande.
