Tener la oportunidad de utilizar por un rato la conexión wifi gratis. Esa fue la motivación principal que utilizaron la Unión de Jóvenes Comunistas y la Federación de Estudiantes Universitarios para que los jóvenes de la Universidad de La Habana asistieran el lunes al «avispero antibloqueo».
In 3 months @POTUS will leave office but the #blockade on #Cuba will stay. That’s why we»ll keep voting against #US blockade @cubavsbloqueo pic.twitter.com/lFXSDhwhd0
— Josefina Vidal (@JosefinaVidalF) 18 de octubre de 2016
Lo que sería común en cualquier universidad del mundo -el contar con un espacio de internet gratis y sin limitaciones de tiempo-, es un privilegio en los centros de estudios cubanos, donde los estudiantes tienen que acceder a las redes con las horas contadas al mes y un ancho de banda pobre, lo cual hace extremadamente lenta la conexión.
«A partir del segundo año, tenemos unas horas al mes para entrar en internet», explica a 14ymedio un estudiante de la Facultad de Humanidades. El joven sostiene que existe una red wifi a la que se pueden conectar o laboratorios con acceso a internet para consumir ese tiempo de máquina, sin embargo, muchas páginas están censuradas y por la velocidad de la conexión el tiempo termina agotándose antes de poder acceder a las páginas solicitadas.
«A medida que se avanza en la carrera, se aumentan las horas de conectividad, pero no necesariamente de la calidad de la conexión», dice el estudiante, para quien los ordenadores obsoletos de los laboratorios ralentizan aún más el proceso.
Muchos universitarios utilizan como alternativa la wifi de la empresa estatal de comunicaciones, Etecsa, localizada a unas cuadras, en el área de La Rampa, pero para acceder a ella tienen que pagar 2 CUC por hora, el salario de cuatro días de trabajo para un obrero promedio en Cuba.
Brindar la imagen de jóvenes utilizando tabletas y haciéndose selfies junto al Alma Mater era también parte del programa oficial que busca presentar un país más conectado y acercarse a las nuevas generaciones, cada vez más desapegadas del discurso oficial.
Tanto los flash mob como cada pregunta fueron cuidadosamente planificados, aunque el objetivo era dar una imagen de naturalidad, explicó otro estudiante que prefirió no revelar su nombre por miedo a represalias.
Mientras Josefina Vidal, directora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, improvisaba una charla para insistir en que el presidente Barack Obama podía hacer más para «levantar el cerco de sanciones contra Cuba», muchos de los jóvenes que la rodeaban mantenían la vista fija en sus laptops o teléfonos celulares.
Las «orientaciones» para usar la wifi fueron precisas: los jóvenes podían disponer de ella, pero el objetivo era que utilizaran en las redes sociales las etiquetas #YoVotoVsBloqueo, #SolidaridadVsBloqueo. También se les indicó que debían realizar el voto digital en el sitio web cubavsbloqueo y hacer pequeños videos y selfies con carteles contra el embargo.
La semana próxima, Cuba llevará a votación una vez más la resolución que exige el fin del embargo económico que Estados Unidos impuso a la Isla tras la confiscación de propiedades de ciudadanos estadounidenses a partir de 1959 y que la Asamblea General de la ONU lleva más de dos décadas aprobando.
El pasado año, el texto salió adelante con 191 votos a favor y solo dos en contra, aunque el diplomático Ronald Godard, representante de EE UU ante la ONU, dijo en aquella ocasión que «si Cuba cree que este ejercicio va a ayudar a que las cosas avancen en la dirección que los dos Gobiernos han indicado que esperan, está equivocada».