jueves, diciembre 5, 2024
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Un argentino camino de lograr la colección de whisky más grande del mundo

El argentino Miguel Ángel Reigosa, conocido como el rey del whisky, presume en cada reunión de poseer, gracias a su espíritu “luchador”, la colección privada más grande del mundo de esta bebida espirituosa y de estar a solo 483 botellas de superar al emblemático Museo del Whisky de Edimburgo, en Escocia.

Esta “agua de vida”, como se traduce el término en gaélico (idioma de origen celta), enamoró a Reigosa con solo 14 años, después de una mala experiencia con algún cóctel y una singular lección de su padre, de quien heredó el afán por el coleccionismo.

“Comencé a los 14 años y nunca más perdí la pasión. La única bebida que tomo es whisky, a veces un poquito de cerveza, y en un país como el nuestro, como Argentina, no tomar vino a veces es como un pecado, pero realmente no tomamos vino”, explicó Miguel Ángel Reigosa.

A partir de ahí comenzó su carrera, primero comprando botellas en miniatura, luego ejemplares exclusivos y, posteriormente, a trabajar por la bebida que mueve su vida a través de la asociación Whisky Malt Argentina, que congrega a 4,100 amantes de este elixir, y del Museo Argentino del Whisky, que ya cuenta con 2,900 botellas, o “almas”, como le gusta decir.

No es escocés ni tiene sangre inglesa, solo ese espíritu “luchador” que le inculcó su familia, todos emigrantes españoles de la norteña provincia gallega de Lugo, y que hoy, tras años de esfuerzo, le ha valido a Reigosa el respeto de eminencias del sector y el sobrenombre de “el rey de whisky” en el Cono Sur americano.

Y es cierto: en un país sin esencia whiskera, considera que lo que ha logrado es realmente “una epopeya” a la que ha dedicado toda una vida pero que, a cambio, le ha devuelto “muchas satisfacciones”.

Entre sus logros se encuentra también haber elaborado un agua creada especialmente para el whisky que se exporta a Escocia, promover quince fiestas nacionales entorno a esta bebida alcohólica generada por la destilación de malta fermentada de diversos cereales y envejecida en barriles de madera.

Una madera de la que además presume orgulloso, pues son las tablas de roble de su querida Galicia las más deseadas entre las principales firmas de whisky de las Tierras Altas de Escocia.
Pero los logros van más allá de su afición pues todavía hoy se sorprende al ver cómo el destino lo llevó de combatir en 1982 en la Guerra de Malvinas por la soberanía del archipiélago contra las fuerzas armadas británicas y, años después, a compartir un cumpleaños con la reina Isabel II de Inglaterra, del que, por supuesto, conserva una botella de whisky edición limitada de la efeméride.

Actualmente, en el planeta solo hay 42 coleccionistas de whisky encargados de esconder en sus vitrinas auténticas joyas.

En la compilación de Reigosa, por ejemplo, “hay botellas muy caras, por ahí hay unos Bourbon del año 1830”, también “del primer viaje transatlántico del Concorde” de las que solo quedan tres ejemplares y que a día de hoy rondan en Argentina los “$60,000”, explicó.

Este enamorado del whisky señala además que agregar cada botella a su colección era toda una odisea para la que era necesario sacrificar varios meses de trabajo, especialmente en el país austral donde, hasta el levantamiento de las barreras a las importaciones -realizada el pasado diciembre nada más asumido el gobierno de Mauricio Macri-, traer bienes del exterior era una tarea complicada.

El coleccionista dirige además un programa de televisión y una revista para difundir la cultura del whisky y hacer que la gente aprenda a obtener placer de esta bebida a través de un consumo responsable.

Un reto que esperan lograr más pronto que tarde y para el que ya cuenta con un pequeño sucesor que continúe agrandando, “botellita a botellita”, la colección.

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