Como sus precuelas, Trolls Band Together sigue las aventuras de Branch (Justin Timberlake) y Poppy (Anna Kendrick) en un mundo mágico donde todo parece hecho con juguetes y en el que los Trolls conviven con todo tipo de criaturas especiales
Para nadie es un secreto que la industria de la música está llena de secretos. Como es regla, en todo espacio donde hay fama y juego de poderes el conflicto siempre está latente. Riñas familiares, crímenes, excesos de todo tipo, gente sin talento inflada a la categoría de estrellas, fanáticos tóxicos, son algunas de las múltiples vicisitudes a las que debe exponerse cualquier artista que desee alcanza el éxito. Un escenario oscuro que pareciera imposible de abordar en una película infantil, pero que bajo el lente de la comedia, los colores y la fantasía se transforma en un divertido musical. Este es el caso de Trolls Band Together (Trolls se armó la banda), la tercera entrega de esta saga inspirada en los icónicos juguetes que los años 90 y que a través de canciones (nuevas y retro), un espectáculo psicodélico y situaciones surreales será la delicia de niños y adultos.
Como sus precuelas, Trolls Band Together sigue las aventuras de Branch (Justin Timberlake) y Poppy (Anna Kendrick) en un mundo mágico donde todo parece hecho con juguetes y en el que los Trolls conviven con todo tipo de criaturas especiales. La historia comienza cuando Branch recibe la visita inesperada de John Dory (Eric André), uno de sus hermanos mayores con el que tiene una relación bastante tensa gracias a un proyecto fallido del pasado: BroZone, una boy band conformada por los hermanos de nuestro protagonista y que se desbandó de la peor forma posible. La aparición de John no es fortuita, viene a pedir la ayuda de Branch para reunir a todos sus hermanos y rescatar a uno que ha sido secuestrado por un malvado dueto conformado por Veneer (Andrew Rannells) y Velvet (Amy Schumer), dos estrellas pop en ascenso y sin talento que están extrayendo la vida de Troy (Troye Sivan) para poder cantar.
El guion de Elizabeth Tippet (Trolls World Tour, Perfect Harmony, Wlfred) y Thomas Dan (Trolls, Trolls World Tour), como toda película animada que se precie, posee varios niveles de lectura. Dichas capas se van a dividir en las tres fuerzas que, a su vez, representan 3 generaciones (y formas de ver el mundo) que chocan durante el desarrollo de la película. Por un lado, tenemos la historia de Branch y su necesidad de hacer las paces con su pasado a nivel privado (su talento), personal (la dinámica con sus hermanos) y profesional (reunir a la banda); dilemas que resuenan con una parte de la Generación Millennial que lucha por trabajar sus asuntos pendientes. En la otra antípoda, tenemos Veneer y Velvet, los antagonistas de la historia que representan una crítica al lado más destructivo de la “Generación Z “ (los jóvenes obsesionados con obtener fama de la forma más rápida posible y que está dispuesta a hacer lo que sea por ello) y sirve como una deconstrucción de la industria del entretenimiento. Creando un puente entre ambos tenemos a BroZone, claros representantes de la Generación X que, dejando a un lado sus sueños, se decantó por una vida más tranquila y segura (pero sin enfrentarse a sus frustraciones). Esta mezcla de generaciones y formas de ver el mundo hacen que Trolls Band Together sirva como espejo para que toda la familia pueda reconocerse y entender los conflictos a los que se enfrentan en su día a día.
El guion de Elizabeth Tippet (Trolls World Tour, Perfect Harmony, Wlfred) y Thomas Dan (Trolls, Trolls World Tour), como toda película animada que se precie, posee varios niveles de lectura. Dichas capas se van a dividir en las tres fuerzas que, a su vez, representan 3 generaciones (y formas de ver el mundo) que chocan durante el desarrollo de la película. Por un lado, tenemos la historia de Branch y su necesidad de hacer las paces con su pasado a nivel privado (su talento), personal (la dinámica con sus hermanos) y profesional (reunir a la banda); dilemas que resuenan con una parte de la Generación Millennial que lucha por trabajar sus asuntos pendientes. En la otra antípoda, tenemos Veneer y Velvet, los antagonistas de la historia que representan una crítica al lado más destructivo de la “Generación Z “ (los jóvenes obsesionados con obtener fama de la forma más rápida posible y que está dispuesta a hacer lo que sea por ello) y sirve como una deconstrucción de la industria del entretenimiento. Creando un puente entre ambos tenemos a BroZone, claros representantes de la Generación X que, dejando a un lado sus sueños, se decantó por una vida más tranquila y segura (pero sin enfrentarse a sus frustraciones). Esta mezcla de generaciones y formas de ver el mundo hacen que Trolls Band Together sirva como espejo para que toda la familia pueda reconocerse y entender los conflictos a los que se enfrentan en su día a día.
Siguiendo la estela de sus predecesoras, el mayor gancho que tiene Trolls Band Together es su propuesta visual. La dirección de Walt Dohrn (Trolls, Trolls World Tour) y Tim Heitz (Trolls Holiday in Harmony) es una mezcla psicodélica de diferentes tipos de animación, coreografías, referencias musicales y cinematográficas que serán la delicia de los ojos más avezados. Como road movie, la historia se va contando en un gran viaje donde Branch y Poppy visitarán diferentes mundos con diversos personajes. Esto sirve como excusa para que el diseño de producción de Rubén Perez (Megamind, Madagascar 3: Europe´s Most Wanted, How to Train Your Dragon: The Hidden World) le de rienda suelta a su creatividad, dando como resultado un espectáculo itinerante donde tendremos todo tipo de texturas (que van desde la felpa de los títeres, el croché de la ropa y el plástico mate) y de “utileria” que parece sacada de la infancia de cualquier persona de los 90s (caramelos, manos elásticas, pelotitas, etc). Es así como Trolls Band Together se convierte en la más excéntrica de sus predecesoras llevando al siguiente nivel una sobre-estimulación visual y kinestésica que hipnotizará al público (especialmente a los más pequeños que la recibirán como una sobredosis de azúcar en la gran pantalla).
Como siempre, Anna Kendrick y Justin Timberlake son la piedra angular de la historia, prestando sus voces para darle vida a Poppy y Branch (y regalarnos varios momentos musicales inolvidables). A ellos se suman múltiples intérpretes que van desde Zooey Deschanel, Daveed Diggs, Christopher Mintz-Plasse, Kenan Thompson, RuPaul, Camila Cabello, entre otros, que con pequeños one-liners o cantando consiguen el toque idóneo para dotar de personalidad a cada una de las diversas criaturas que encarnan. Para la generación de los 90s/2000s el principal atractivo será deleitarse con la música de NSYNC que vuelve a reunirse después de 20 años para regalarnos un nuevo tema que hará tararear a muchos en la sala de cine. Por otro lado, las versiones de rock y pop clásicos también están a la orden del día, haciendo que todas las edades puedan disfrutar de diversos números musicales que resonarán con sus gustos.
Detrás de su propuesta visual hipnótica llena de colores psicodélicos, personajes histriónicos, música pop, coreografías alucinantes y mucha azúcar, el guion de Trolls Band Together explora temas que están a la orden del día (y que nada tienen de infantiles): la necesidad de hacer las paces con nuestro pasado, las consecuencias nefastas de los secretos familiares, el trauma como un factor determinante en el desarrollo de la personalidad, la competencia y envidia entre hermanos, los aspectos más destructivos de un ego inflado y la necesidad patológica de una generación por tener el reconocimiento absoluto cueste lo que cueste —y de la forma más rápida posible. Puntos álgidos en nuestra sociedad que, muchas veces, se esconden detrás de sonrisas, escarcha y colores… pero que deberíamos atender lo más pronto posible para que el show pueda continuar.
Lo mejor: su propuesta animación donde se mezclan diferentes estilos, texturas, proporciones y técnicas, todo un espectáculo psicodélico lleno de colores. Disfrutar del regreso de NSYNC y las versiones de clásicos del rock y el pop. El mundo infantil que construye.
Lo malo: la subtrama de Poppy y Viva no termina de explorarse del todo. A diferencia de sus predecesoras, por momentos, la animación termina destronando la historia, transformándose en un gran videoclip donde el desarrollo de los personajes pasa a un segundo plano.
Por Luis Bond