viernes, marzo 29, 2024
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Políticos franceses asumen las tácticas de Trump

El país galo afronta una seria crisis sociopolítica, alimentada por los errores de los socialistas, que parece dirigirse a la reinvención del populismo

Por RUI FERREIRA

El presidente Donald Trump es un hombre popular entre los miembros de la derecha francesa. De hecho, la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, lo asumió abiertamente al decir que se identifica plenamente con el mandatario estadounidense. Pero no es la única.

Una legión de políticos conservadores, populistas de derecha e izquierda, han bebido de la forma de hacer política del mandatario de algún modo. “Trump le ha dado a mucha gente en Europa, y en Francia en particular, una serie de herramientas que han permitido resucitar un discurso político que estaba agotado”, ha comentado el analista francés, Pierre Gaumont, en una entrevista con el diario Le Monde.

Francia se encuentra en plena campaña presidencial pero también inmersa en una crisis económica nunca antes vista, que ha generado nuevos bolsones de pobreza y una tasa de desempleo en ascenso que llega ya al 10.5% (el fin de año era 9.1%). Los servicios sociales se han visto recargados y las municipalidades envían pedidos de ayuda urgentes al Gobierno en París. La intensificación de la inmigración y los atentados terroristas tampoco ha ayudado.

A su vez estos cuatro años de la presidencia del socialista François Hollande han sido un desastre. El mandatario francés es tan impopular que ni siquiera se ha postulado a la reelección. Sus críticos le apuntan que no ha sabido negociar con la canciller alemana Angela Merkel ni logrado la estabilidad del Banco Central Europeo ni controlar la crisis del Euro. Dentro del país, la mayoría de las críticas van hacia su supuesto desinterés en la política agrícola y debilidad ante las imposiciones regulatorias de la Unión Europea.

“Hollande es ya cosa del pasado pero su Gobierno ha dejado una estela desastrosa que, me temo, solo pudiera resolverse refundando la República”, explica el profesor Alain Mauriac.

Y es precisamente así como Donald Trump aparece en bandeja de plata en la política francesa. La mayoría de los franceses critican al presidente estadounidense, la prensa se burla o, como es el caso del semanario L’Express, dice claramente en la portada esta semana que el mandatario estadounidense, “está loco”. Pero los políticos, aunque pueden también criticarlo ocasionalmente de frente al electorado, en el fondo se nutren de sus tácticas.

Le Pen es el ejemplo más emblemático. Su plataforma electoral está orientada a conquistar al electorado que vive fuera de los grandes centros urbanos, como fue el caso de Trump, que es mucho más conservador y apoya medidas como el fin total de la inmigración, el cierre de fronteras, la salida de la Unión Europea y rechaza la globalización. “Mi primera prioridad es salir de la Unión Europea, decirle que no a la señora Merkel. Francia primero”, ha dicho en un mitin de campaña la semana pasada. Aquello fue como el delirio absoluto.

Hasta el prototipo de amistades Le Pen se parece al de las de Trump. La francesa estuvo esta semana en Moscú, el presidente Vladimir Putin la recibió con alfombra roja y ella proclamó su admiración por el ruso. “Es interesante conversar contigo sobre la forma de desarrollar nuestras relaciones bilaterales y la situación en Europa. Estoy al tanto que representas un espectro político europeo que está descollando muy rápidamente”, elogió Putin. Ella apenas pudo ocultar el rubor.

En el otro extremo, el neocomunista Jean-Luc Mélenchon propugna la refundación de Francia porque, dice, “el sistema está agotado y se ha creado una especie de monarquía presidencial en la vida política del país, en la cual solo dos partidos se alternan en un Gobierno sobredimensionado que necesita ser reducido y descentralizado”.

Mélenchon, militante del Partido de Izquierda, incluso creó una organización solo para estas elecciones. Se llama Francia Insumisa y el fin de semana pasado llenó la Plaza de la República, en el centro de la capital gala, con las consignas de crear La Sexta República, o sea, rediseñar el país, y la revitalización de la industria con la creación de nuevos puestos de trabajo e inversiones del sector privado.

“El populismo siempre ha sido una atracción muy grande para los políticos en problemas. Hubo una ola muy exitosa en Latinoamérica la década pasada pero no había tocado a Europa. Trump fue la chispa porque tiene una característica que muchos políticos, al menos hasta ahora, no querían asumir”, ha agregado Mauriac.

Al menos en Francia, Trump parece haber enseñado que el electorado descontento se conquista con voz propia y una dosis de demagogia. Para los políticos franceses fuera de la órbita del poder, como Le Pen y Mélenchon, es un hallazgo porque se pasaron años encerrados en esa camisa de fuerzas que son las ‘orientaciones de partido’.

El presidente estadounidense puede no ser popular entre los franceses pero sus políticos no pueden dejar de admitir que les ha sido muy útil.

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