viernes, octubre 11, 2024
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Guanabo, la nueva ‘Costa del Sol’

Nombre indígena y arenas cargadas de recuerdos, así es Guanabo, la playa al este de La Habana que en los últimos meses vive una callada transformación.

Por MARCELO HERNÁNDEZ

Numerosos cubanos repatriados, extranjeros residentes en la Isla y emprendedores locales han comprado viviendas a pocos metros del mar para reanimar esta Costa del Sol venida a menos.

José Antonio, de 53 años, tiene su propia empresa inmobiliaria, que opera bajo una licencia de trabajo por cuenta propia como gestor de compraventa de viviendas. A pesar de que el sector vive días complicados debido al aumento de los controles oficiales, este cubano –residente por una década en Alemania– no conoce tiempos mejores.

«Hay mucha demanda en esta zona», comenta a 14ymedio. En los años 90 pasó unas vacaciones con su familia en una casa de madera muy cerca de la arena. «Me di cuenta que había mucho potencial, porque los propietarios no tenía el dinero para reparar sus casas y dejarlas con estándares internacionales para el alquiler».

Lo siguiente que hizo José Antonio fue comenzar los trámites para repatriarse, después compró una vivienda cercana al conocido parque de Los Caballitos e invirtió hasta dejarla «lista para la renta». En estos años sirvió de puente entre amigos europeos que querían pasar largas temporadas en la playa o comprar la casa de sus sueños a la orilla del mar.

«Cuando me decidí a meterme en el negocio de la compraventa de casas, ya tenía muchos contactos en la zona y la gente confiaba en mí». Este lunes, el gestor inmobiliario mostraba a una pareja, formada por una habanera y un milanés, una casa con vistas a la playa en la zona más comercial de Guanabo.

«Portal, sala, comedor, un baño, dos habitaciones, patio al frente y detrás por 70.000 dólares», les explica José Antonio. Sin embargo, su argumento más efectivo no tiene nada que ver con metros cuadrados ni condiciones técnicas. «Esta es la costa dorada de Cuba», asegura a los clientes. «Ahora es el momento de comprar a precio de remate, después costará una fortuna».

La vida en la lejana Europa ha hecho que este emprendedor conozca «lo que vienen buscando los compradores». La mayoría de sus clientes son jubilados con contactos en la Isla que quieren comprar a través de un intermediario nacional, una operación azarosa que en muchas ocasiones no termina bien. «La vida es riesgo y muchos están dispuestos a aventurarse», apunta el comerciante.

José Antonio ha tenido también varios clientes de origen cubano que retornaron al país tras la reforma migratoria de 2013. El embajador de Cuba en Washington, José Ramón Cabañas, declaró en noviembre pasado que, desde inicios de 2015 y hasta esa fecha, unos 13.000 nacionales residentes en Estados Unidos volvieron al país.

Por unos 120.000 dólares el agente inmobiliario acaba de cerrar la venta de un inmueble con piscina. Los nuevos propietarios han comenzado a restaurarla para radicarse en la Isla con sus respectivas pensiones acumuladas como migrantes en Austria. «Una casa así les hubiera costado un millón en Europa o Estados Unidos», asegura José Antonio.

Pero no todo es de color dorado en Guanabo. El poblado es la Cenicienta de las tres playas más importantes que conforman el litoral este de La Habana. Mientras que Santa María muestra sus blancas arenas y Boca Ciega mantiene el azul de sus aguas, el poblado donde reside José Antonio se ha deteriorado aceleradamente en los últimos años.

«Los vecinos estamos tratando de unirnos para reparar las aceras», cuenta Pepín, nacido en la localidad y quien nunca ha querido mudarse a otro lugar. La mayoría de las calles del poblado no han recibido una reparación desde hace décadas y la situación de las aguas albañales resulta dramática. El desagüe de la zona urbana termina en el mar y se mezcla con las aguas donde nadan los bañistas.

En algunos lugares el aire apesta con los residuos que corren por las zanjas. «Hace unos años esta era una playa para las familias, especialmente con niños, pero ahora prefieren irse a otras zonas más bonitas», agrega Pepín.

Sin embargo, para José Antonio este tipo de problemas «es transitorio». En unos años y «cuando esto se llene de gente con billete, las propias familias invertirán en las reparaciones», asegura. «En fin de cuenta la mayoría viene buscando el sol y eso aquí lo tenemos de óptima calidad, sin roturas».

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