martes, marzo 19, 2024
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El «affair» Bergoglio-Castro: una alianza impía

El papa Francisco dio un paso al frente, de nuevo, y sirvió como principal apologista del criminal régimen castrista, ilegítimamente en el poder desde 1959

Por Julio M. Shiling

Jorge Mario Bergoglio, el obispo de Roma que adoptó el nombre papal de “Francisco”, sigue demostrando públicamente que está más cerca de Marx que de Cristo. Esta vez, y no es la primera, se exhibe con Cuba. El pasado lunes se cumplió un año del Levantamiento Cubano del 11 de Julio. En aquella trascendental ocasión, cientos de miles de cubanos protestaron por los derechos naturales básicos y exigieron el fin de la tiranía comunista. Las acciones de esos dos días de manifestaciones masivas en toda la isla fueron respondidas con el habitual ejercicio sádico del terrorismo de estado por parte de la dictadura marxista-leninista gobernante. El papa Francisco dio un paso al frente, de nuevo, y sirvió como principal apologista del criminal régimen castrista, ilegítimamente en el poder desde 1959.

Las periodistas de Univisión, María Antonieta Collins y Valentina Alazraki, entrevistaron al sumo pontífice ese mismo día. Solicitaron al papa un mensaje para el pueblo cubano. La relevancia obvia de la solicitud de las reporteras fue la subsiguiente y bárbara represión llevada a cabo por el castro-comunismo tras el 11J, una tragedia que todavía está en marcha. Además, era importante el hecho global de que el mismo régimen ha mantenido el poder absoluto durante más de 63 años.

Esto le dio al líder figurativo de la Iglesia católica una oportunidad de oro para distanciarse de los vergonzosos errores morales anteriores. El papa Francisco podría expiar potencialmente sus pecados por mimar a los regímenes comunistas, ateos y materialistas. Sin embargo, el soberano del Estado Vaticano no pudo hacerlo. Bergoglio no pudo romper su cordón umbilical con el marxismo. Ni siquiera a sus 85 años.

“Quiero mucho al pueblo cubano. Tuve buenas relaciones humanas con el pueblo cubano”, dijo el papa Francisco. Luego, descaradamente, sin mostrar ningún signo de vergüenza o sentido de la prudencia moral y dejando de lado su papel de alta figura temporal del catolicismo romano, Bergoglio añadió y confesó que “con Raúl Castro tengo una relación humana.” Durante la entrevista, el papa destacó que Cuba “es un símbolo” y “tiene una gran historia”. Por “Cuba” el sumo pontífice se refiere realmente a la revolución comunista cubana, a su régimen y a lo que ha hecho y hace para promover el socialismo mundial. Esto es abominablemente escandaloso. El obispo de Roma se ha deshonrado de nuevo. Pero, lo que es más importante, traiciona a la institución que representa, a la fe que se supone que defiende y, sobre todo, revela lúcidamente sus impías credenciales.

El dictador Raúl Castro fue personalmente responsable de decenas de ejecuciones arbitrarias de compañeros guerrilleros durante la campaña para derrocar el régimen autoritario de Fulgencio Batista. Una vez en el poder, el amigo cubano de Bergoglio dirigió directamente los asesinatos en masa de cientos de cubanos sin ningún tipo de proceso. El régimen comunista que los Castro instalaron ha asesinado a miles de personas en Cuba, ha encarcelado a cientos de miles de sus ciudadanos en diferentes intervalos, ha destruido millones de vidas y ha saqueado propiedades por valor de miles de millones de dólares.

En la Argentina natal de Bergoglio, los movimientos terroristas marxistas fueron entrenados, instigados y apoyados logísticamente por el castrocomunismo. Miles de compatriotas del papa fueron asesinados, torturados y heridos. En toda América Latina, estas cifras se cuentan por cientos de miles. Si se incluyen los éxodos masivos, los presos políticos y la angustia de las separaciones familiares, la cifra de víctimas del régimen castrista se elevaría a millones. Es moralmente reprobable que alguien, especialmente el titular de la mayor iglesia cristiana del mundo, considere “amigo” a un vil tirano y al sistema que ayudó a construir.

El marxismo, una marca de socialismo que se convirtió en su fuerza hegemónica en la época de la segunda Internacional, no se trata solamente de ateísmo. La ideología desarrollada por Marx y Engels tomó el principio hegeliano de la dialéctica y lo puso patas arriba. Pretendiendo leer las hojas de té de la historia determinadas por la dinámica del poder socioeconómico, el marxismo se asignó a sí mismo la tarea de intentar sustituir a Dios y al orden trascendental. La esencia del cristianismo de Ludwig Feuerbach, un vil ataque al cristianismo, fue el conducto que Marx utilizó para romper con Hegel y lanzar su religión política. Destacados comunistas como Antonio Gramsci, Georg Lukács y la Escuela de Frankfurt militaron en la guerra de Marx contra Dios.

Entre 1849 y 1937, doce encíclicas papales, escritas por cinco papas, condenaron el comunismo y el socialismo. El cristianismo y el marxismo son diametralmente opuestos. Entonces, ¿cómo puede el papa Francisco encontrar consuelo con los enemigos de Dios? El papa Pío X predijo el trabajo de individuos como Bergoglio. En su encíclica papal de 1907, Pascendi Dominici Gregis escribió: “ponen en marcha sus designios para su ruina no desde fuera sino desde dentro”. Que el vínculo que Bergoglio comparte con los comunistas se extienda hasta la otra vida. Allí encontrará compañía con Fidel, Mao y Stalin en un lugar muy desagradable.

FUENTE: Patria de Martí

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