«Me siento insatisfecho» por no haber podido «promover un grupo de acciones que sean más eficientes», justificó su fracaso Miguel Díaz-Canel
Miguel Díaz-Canel, se apresta a ser revalidado sin sorpresas por el parlamento, para un segundo período como gobernante designado de Cuba, en medio de la mayor crisis económica en la isla comunista en tres décadas.
Díaz-Canel, un ingeniero electrónico de 62 años, fue el primer civil designado para tomar las riendas del fracasado modelo comunista, tras los regímenes de los hermanos Fidel y Raúl Castro, que ostentaron el poder desde el triunfo de la revolución en 1959.
En 2018, el gobernante designado emprendió la tarea de «acelerar» la lenta reforma económica iniciada por su antecesor y mentor político Raúl Castro, cuando comenzaba la crisis actual en la isla.
A principios de 2021, implementó una reforma monetaria que terminó con la tasa de un dólar por un peso cubano que había prevalecido por décadas y provocaba grandes distorsiones en la economía nacional, pero fracasó tras disparar la inflación.
También impulsó el trabajo independiente y dio luz verde a las pymes, pero estas medidas resultaron insuficientes para mejorar una economía que va en declive.
«Me siento insatisfecho»
El analista político Arturo López-Levy destaca que aunque Díaz-Canel ha impulsado leyes que dan respaldo constitucional al modelo económico diseñado desde 2011, «no ha realizado una transición completa y abarcadora a una economía de corte mixto».
«Algunos cambios económicos no han tenido lugar, y otros que han tenido lugar, han dejado mucho escepticismo sobre su implementación», estima.
La reforma monetaria provocó una espiral inflacionaria y una fuerte devaluación que han irritado a la población.
«La moneda cubana se disparó en dos años de 24 a 120 pesos por dólar en la tasa oficial, mientras que en el mercado negro se cotiza a 185 pesos por divisa».
Actualmente Cuba atraviesa su peor crisis económica en 30 años, con escasez de alimentos, medicinas y combustible, debido a la fracasado modelo comunista, la corrupción y al endurecimiento del embargo estadounidense, vigente desde 1962, y los efectos de la pandemia, que Díaz-Canel logró controlar con tres vacunas nacionales que no son econocidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«Me siento insatisfecho» por no haber podido «promover un grupo de acciones que sean más eficientes, más eficaces, en la solución de esos problemas», se justificó el gobernante designado durante una reciente entrevista en La Habana con el canal de televisión panárabe Al Mayadeen.
Para el opositor Manuel Cuesta su «reelección» está «cantada» y se produce «en medio de una doble crisis a nivel económico: del modelo y de las competencias políticas del Estado para encaminar soluciones apropiadas».
Atrapado en la «continuidad»
Uno de los «pocos logros» atribuibles a Díaz-Canel ha sido conducir «la transición a un régimen encabezado por una nueva generación nacida después de 1959 que no lleva el apellido Castro», considera Jorge Duany, académico de la Universidad Internacional de Florida.
Pero Díaz-Canel fue designado por su «lealtad» y para garantizar el continuismo del fracasado sistema castrista.
Sin embargo, destaca que su «mayor fracaso fue el pobre manejo de las protestas» de julio de 2021, las más grandes en la isla desde 1959, que dejaron un muerto, decenas de heridos y más de 1.300 encarcelados, según la organización de derechos humanos Cubalex, con sede en Miami.
Tras las protestas hubo un éxodo migratorio sin precedentes: más de 300.000 cubanos abandonaron la isla solo en 2022.
El gobernante designado de Cuba ha sabido manejar los hilos de la transición entre la generación histórica y la que él representa, pero ha quedado atrapado en su eslogan de ser la «continuidad», estima López-Levy.
«Se ha proclamado como un presidente de continuidad cuando lo que está pidiendo el país y hasta la agenda del propio partido comunista es una agenda de cambio continuado», concluye.
FUENTE: Con información de AFP