viernes, marzo 29, 2024
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EEUU pone a prueba su cautela con provocaciones de Irán

Los recientes ataques de fuerzas aliadas a Irán contra objetivos de EEUU en Irak han subido al máximo las tensiones

Por Leonardo Morales

Desde días previos a la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, Irán intensificó sus amenazas y chantajes contra EEUU al exigir con arrogancia la eliminación de no una, sino de todas las sanciones impuestas por Norteamérica al gobierno iraní.

Las intimidaciones del Ayatolá Alí Jamenei nunca han cesado, incluso ni durante la administración de Barack Obama que impulsó el acuerdo nuclear.

En tono desafiante, Jamenei advirtió el lunes 22 de febrero que su país podría enriquecer uranio hasta el 60%, mientras EEUU urgía al mismo tiempo a que Irán se someta «completamente» a la verificación de su programa nuclear, y expresó preocupación sobre el acuerdo temporal que Teherán alcanzó con el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA).

El verdadero propósito de Irán, según los servicios de Inteligencia de EEUU, es acercarse cada vez más a la capacidad de fabricar artefactos nucleares. El reciente anuncio de Teherán es un gran paso hacia su objetivo de con el 90% de uranio altamente enriquecido, según expertos.

El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, elogió la misión del jefe de la OIEA, Rafael Grossi, a Irán, «al tiempo que también reiteramos nuestro llamado a Irán para que cumpla plenamente con sus compromisos sobre verificación y otros sobre la no proliferación nuclear».

Irán continúa desafiante

El embajador de Irán ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Majid Takht-Ravanchi, dijo que su país seguirá sobrepasando los límites que se le habían impuesto sobre el enriquecimiento de uranio a menos que Europa aumente sus esfuerzos por compensar las pérdidas económicas que las sanciones estadounidenses ocasionan a Teherán.

En virtud de una ley aprobada por el Parlamento iraní, el gobierno restringió a partir del 23 de febrero el acceso de los inspectores del Organismo Internacional de la Energía Atómica, lo que indica que el régimen iraní sigue opuesto a acatar las regulaciones.

Los intentos del gobierno de Joe Biden para rescatar el acuerdo nuclear con Irán en el 2015 se han topado con la indiferencia del régimen de Teherán y la línea dura recrudecida presagia un camino difícil.

EEUU responsabilizó a Irán por las acciones de sus aliados en Irak, luego de que varios misiles alcanzaran la zona restringida de la embajada de Washington en Bagdad, pero insistió en evitar una escalada.

El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, dijo que Washington estaba «indignado» por los recientes ataques en Irak y agregó: «responsabilizamos a Irán por los ataques de sus aliados contra estadounidenses».

«Lo que no haremos será arremeter y arriesgar una escalada que juegue a las manos de Irán y contribuya a renovados intentos para desestabilizar Irak», dijo a los periodistas.

Se incrementan las tensiones

Este 25 de febrero, Washington autorizó bombardeos en Siria contra infraestructuras utilizadas por milicias progubernamentales respaldadas por Irán en ese país.

El Pentágono dijo que los bombardeos eran en represalia por el ataque con cohetes perpetrado en Irak a mediados de mes, que causaron la muerte de un contratista civil y heridas a un militar estadounidense y a otros soldados de la coalición.

Varios cohetes fueron lanzados el lunes 22 de febrero contra la embajada de Estados Unidos en Bagdad, en el tercer ataque contra intereses occidentales en Irak en una semana.

Dos de los misiles cayeron dentro del perímetro de la denominada Zona Verde, un sector de la capital iraquí donde se encuentra la embajada y colocado bajo alta seguridad, según un comunicado de los servicios de seguridad iraquíes.

Otra ráfaga de artillería de alto calibre impactó 48 horas antes en una base aérea al norte de Bagdad, donde se encuentra la mayoría de los cazas F-16 que Irak compró a Estados Unidos y que utiliza para combatir células del Estado Islámico.

Estos ataques y las declaraciones del Departamento de Estado sobre la responsabilidad de Irán han reavivado aún más el tono beligerante de ambas partes, a pesar de que –por las declaraciones oficiales- Washington evita responder con una guerra a las provocaciones directas iraníes.

«Creo que éste es el momento para que todos demuestren moderación y precaución, y vean cómo van las cosas», señaló el General Kenneth McKenzie, que comanda las fuerzas de EEUU en Medio Oriente.

«No obstante, estamos preparados ante cualquier eventualidad», advirtió McKenzie.

¿Qué consecuencias traería para EEUU una guerra contra Irán?

En el plano militar, EEUU tendría que movilizar un mayor número de tropas asentadas en diferentes puntos de la región, portaaviones, fragatas, fuerza aérea y todo lo que conlleva un actual conflicto militar contra un régimen como Irán.

El poderío de EEUU y su tecnología –según expertos- aniquilaría y destruiría la infraestructura bélica iraní, por aire y por mar antes de entrar en territorio enemigo.

Sin embargo, algunos ex altos funcionarios del Pentágono no comparten del todo esa aseveración. “Si usted piensa que la guerra en Irak fue dura, un ataque a Irán sería, en mi opinión, una catástrofe”, comentó el ex secretario de Defensa Robert Gates en el 2012.

En un artículo publicado por The New York Times, el ex asesor de los presidentes George W. Bush y Donald Trump, John Bolton, dijo: “La verdad incómoda es que sólo una acción militar puede lograr lo que se necesita”. A este criterio se le unió el exvicepresidente Dick Cheney cuando indicó: “No negociamos con el mal, lo derrotamos ¿Los resultados? Las negociaciones colapsaron e Irán pasó de sólo unas pocas centrífugas instaladas al principio de la administración Bush a unas 6.000 al final de su mandato.

La administración Trump asumió una postura menos radical, pero no menos agresiva y firme. Incrementó todas las sanciones contra Irán y los obligó a mantenerse estáticos con una asfixiante estrategia económica. Evitó una guerra, pero respondió con fuerza a la incidencia militar de Irán en el Medio Oriente, aunque tampoco pudo lograr en cuatro años que los iraníes desistieran de sus ambiciones nucleares; sin embargo, sí propició un debilitamiento financiero importante que frenó su programa nuclear y su actuación injerencista. Síntomas de su efectividad son las exigencias desesperadas de Jamenei de que EEUU retire todas las sanciones.

En el ámbito político

En el panorama político, el gobierno de EEUU regresaría –luego de cuatro años sin crear un conflicto militar- a una guerra que no solo preocupa sino alarma a sus aliados en momentos actuales de crisis y pandemia; levantaría una nueva cortina de críticas e incluso oposición en los organismos internacionales, en el Medio Oriente, Asia y el bloque europeo, fundamentalmente.

Le ofrece a China [segunda potencia] un justificable pretexto para insistir en la “injerencia de EEUU” en el mundo, la proliferación de conflictos armados contrarios a “la supuesta paz que busca China”. EEUU sería señalado nuevamente como promotor de la desestabilización en el Medio Oriente y otras regiones del planeta.

En la economía

En el plano económico, el impacto sería desastroso.

EEUU enfrenta desde hace un año la peor pandemia de la historia moderna, originada en China.

En el proceso de recuperación de la mayor recesión del país causada por el COVID-19, la aprobación de nuevos fondos de emergencia para un conflicto armado se convertiría en una nueva crisis por resolver, en el vórtice de una economía estremecida por el coronavirus y sus efectos en varios sectores a nivel mundial como el turismo, la aeronáutica, las exportaciones e importaciones, sistema de salud, la industria petrolera, etc.

EEUU tiene una deuda de más de 27,6 billones de dólares y la administración Biden busca la aprobación de un nuevo paquete de estímulo económico de 1,9 billones, que ha causado escepticismo entre economistas, republicanos y algunos legisladores demócratas, no por la ayuda que representa, sino por los riesgos que implica un déficit incontrolable.

Para tratar de compensar la suma de más dinero saliente, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, decidió subir las tasas de interés de los bonos estadounidense a 10 y 30 años, otra acción que ha generado preocupación e inestabilidad en el mercado bursátil, además de incertidumbre entre los inversionistas.

Otro de los problemas latentes es el peligro de una inflación que supere la flexibilidad del 2% prevista por la Reserva Federal.

Los efectos de la recesión

Gran parte de los estadounidenses, aún sin poder salir de la situación de crisis sanitaria y la pérdida de empleos, sobrevive con salarios más bajos, menos horas de trabajo y un incremento notable de los precios de los productos de primera necesidad, sin incluir el aumento en los combustibles.

Al virus se han sumado en los últimos dos meses diversas tormentas invernales que han paralizado -durante días- varios estados como Texas, Nueva York, Nueva Jersey y Pensilvania, entre otros.

En los últimos años Irán ha incrementado su incidencia en objetivos occidentales en el Medio Oriente y parece decido a continuar con su tono desafiante y sus acciones provocadoras.

La eliminación en Bagdad del general en jefe de la fuerza de élite Al Quds del ejército iraní, Qasem Soleimani, fue un golpe certero de la administración Trump contra el hombre clave en acciones insurgentes en Irak. Irán ha reiterado su venganza.

La Casa Blanca llamó hace días a sus aliados a trabajar con EEUU para responder a las «actividades desestabilizadoras» de Irán en el Medio Oriente; sin embargo, la política de diálogo practicada durante la administración Obama tampoco surtió el efecto esperado e Irán siguió con sus acciones desafiantes en la región mientras incumplía regulaciones de la OIEA

Con el paso del tiempo, el discurso iraní se ha tornado mucho más amenazante y peligroso. Su presencia en la región es cada vez más reacia a un entendimiento de paz y su apoyo directo a regímenes antinorteamericanos agrega elementos de tensión a su habitual y hostil conducta, que consolida a Irán como un peligroso enemigo de EEUU.

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